Cuando me siento deprimido, me hago un auto-regalo. Pienso:
"Nadie me ha dado motivos para ser merecedor de compartir mi vida y mi dinero, sin aportarme absolutamente nada, y al final apuñalarme cuando menos los espero".
Esta vez me he comprado calzado. Unas botas para ir en moto (buena falta me hacían) y unas deportivas de una marca diferente a la que uso habitualmente (por variar).
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